Dos caminos de regreso a la antigua curva de Phillips: el modelo modificado de la corriente principal y la alternativa aumentada por conflicto

Olivier Blanchard (2016) recientemente afirmó que la antigua curva de Phillips —una relación entre el nivel de inflación y el nivel de desempleo— está “viva” y funciona para economías avanzadas. Desde el artículo seminal de Friedman de 1968, la antigua curva de Phillips fue reemplazada por la curva de Phillips aceleracionista, en donde la brecha entre la tasa de desempleo vigente y la tasa natural de desempleo (o la tasa de desempleo no aceleradora de la inflación – NAIRU), afecta el cambio y no el nivel de la inflación. Como consecuencia de la curva aceleracionista, un único shock de demanda temporario —esto es, una desviación temporaria de la tasa de desempleo respecto de la tasa natural de desempleo— cambia el nivel de inflación de manera permanente, mientras que un shock de demanda permanente —esto es una desviación permanente de la tasa de desempleo respecto de la tasa natural de desempleo— lleva a un aumento continuo (o disminución) de la inflación, y consecuentemente, hiperinflación (o hiper deflación). La única situación posible donde la inflación se mantiene estable ocurre si la economía se ubica en la tasa natural de desempleo.    

En un trabajo recientemente publicado (Summa y Braga, 2020), argumentamos que hay dos formas teóricas de volver a la antigua curva de Phillips: el modelo modificado de la corriente principal (mainstream) y la alternativa aumentada por conflicto.

El camino tomado por la corriente principal para retornar desde la curva de Phillips aceleracionista hacia la antigua curva de Phillips no descarta los principales supuestos teóricos de la primera: (i) que la inflación salarial se encuentra tirada por la demanda, resultado de una situación de escasez en el mercado laboral, y (ii) que la inflación esperada debe trasladarse por completo en aumentos nominales del salario, puesto que se asume que los trabajadores no tienen ilusión monetaria. En cambio, consiste en enmendar la curva de Phillips no aceleracionista mediante la introducción de imperfecciones. De acuerdo con esta versión enmendada de la antigua curva de Phillips, la visión aceleracionista es el caso más habitual y general, pero la antigua curva de Phillips puede ocurrir bajo circunstancias específicas, tales como:

a) NAIRU variable en el tiempo (TV-NAIRU): los shocks de demanda son mitigados por efectos de histéresis en la tasa natural de desempleo (o en la NAIRU). La histéresis consiste en cambios en la tasa vigente de desempleo que afectan a la NAIRU. El resultado es una reducción del tamaño y la duración de las brechas de desempleo, generando, relativamente una menor tasa de variación en la inflación.

b) Shocks de oferta y ajustes lentos en las aspiraciones de salario real: el salario real puede no seguir la productividad laboral en el corto plazo cuando existen shocks en la productividad. Las aspiraciones salariales (el salario real que los trabajadores consideran adecuado) se asume que dependen de los salarios reales anteriores, y los trabajadores ajustan lentamente las aspiraciones de salario real al alza de acuerdo con sus ganancias de productividad. Sólo luego de un tiempo los trabajadores se dan cuenta de que la productividad ha aumentado y la incorporan completamente en sus salarios reales.   

c) Rigidez nominal a la baja de los salarios: brechas positivas de desempleo no generan una inflación continuamente decreciente porque el nivel de salario nominal no disminuye.

d) Expectativas cuasi racionales: en un ambiente de baja inflación, los agentes tienen expectativas cuasi racionales, y la inflación responde menos que proporcionalmente a la inflación esperada, lo que tiene como consecuencia el mismo trade-off entre desempleo e inflación de una antigua curva de la Phillips.

e) Expectativas ancladas: las expectativas de inflación son trasladadas por completo a la inflación, y los shocks de demanda son generados por desviaciones de la tasa de desempleo respecto de la tasa natural, pero las expectativas son exógenas. Con expectativas ancladas, un período de alto desempleo implica bajas tasas de inflación, pero no un nivel que disminuye continuamente. Sin embargo, Olivier Blanchard advierte que los bancos centrales deben estar precavidos de los peligros de explotar este trade-off, puesto que “desvíos prolongados de la inflación respecto de su meta pueden desanclar las expectativas” (Blanchard, 2016: p. 33) y la curva de Phillips volver nuevamente a ser del tipo aceleracionista. Lo antes mencionado es lo suficientemente flexible para hacer al modelo compatible con ambos tipos de inflación, estable y que se acelera, suponiendo que las expectativas pueden cambiar rápidamente, y convertirse nuevamente en expectativas endógenas (retrospectivas y/o prospectivas) si el gobierno trata de explotar el trade-off entre inflación y producto.

La otra forma de volver a la antigua curva de Phillips —la alternativa “aumentada por conflicto” (Serrano, 2019)— interpreta que los aumentos nominales del salario en la curva de Phillips original funcionan como inflación de costos en términos de reclamos incompatibles sobre la distribución del ingreso. Los salarios pueden empezar a incrementarse porque los trabajadores incrementaron su poder de negociación cuando las tasas de desempleo eran bajas, pero mucho antes del pleno empleo. En esta versión alternativa, la mano de obra no suele ser escasa y la posición de negociación de los trabajadores a menudo no permite que la inflación esperada se incorpore por completo a los aumentos de los salarios nominales. La curva de Phillips de la alternativa “aumentada por conflicto” es compatible con ambas, con la relación presente en la antigua curva de Phillips entre desempleo e inflación, pero también con la versión de la inflación aceleracionista, dependiendo de la fuerza relativa del poder de negociación de los trabajadores. Sin embargo, la relación de la antigua curva de Phillips ocurre más a menudo, y la relación aceleracionista sólo sucede cuando el conflicto distributivo es muy intenso.

Pensamos que la curva de Phillips de la alternativa aumentada por conflicto puede explicar mejor los hechos estilizados de grandes y prolongadas brechas de desempleo no asociadas con inflaciones que se aceleran (o desaceleran), lo que llevó a Blanchard (2016) a abogar por la antigua curva de Phillips, en vez de por correcciones a la curva de Phillips de la corriente principal. Las correcciones de la corriente principal incorporan un gran número de elementos específicos para dar cuenta de los hechos estilizados. Sin embargo, desde la perspectiva de la curva de Phillips de la alternativa aumentada por conflicto, consideramos que la inflación más estable y baja de los EE.UU. y de Europa desde los ochenta puede ser vinculada a un solo elemento clave: la reducción de la intensidad del conflicto distributivo, producto de la significativa caída del poder de negociación de los trabajadores.  

La curva de Phillips aceleracionista de la corriente principal ha encontrado muchas dificultades empíricas que han sido reconocidas, debido a la existencia de brechas de desempleo negativas (positivas) de larga duración que han ocurrido sin una inflación que se acelere (desacelere). Un primer ejemplo fue la importante recesión experimentada por muchas economías europeas en los años ochenta, cuando un elevado y persistente desempleo no tuvo como consecuencia una reducción continua de la inflación. El segundo ejemplo son los bajos niveles de desempleo (presumiblemente por debajo de la NAIRU de ese momento) con una tasa de inflación estable y controlada en los EE.UU. en los años noventa. El tercer ejemplo es la “deflación perdida” en los EE.UU. luego de la crisis de 2008, cuando tasas de desempleo elevadas y duraderas coexistieron con una inflación baja y estable, en vez de con una inflación decreciente. Por último, la reducción en 2018-19 de las tasas de desempleo, también en los EE.UU., no tuvo como consecuencia un aumento significativo en la tasa de inflación.    

Como puede verse en el gráfico 1, para la economía de EE.UU., la estimación de la curva de Phillips aceleracionista es mucho más pronunciada en 1960-1983, que en los años recientes (1984-1999 y 2000-2019).  Los gráficos 1 y 2 muestran que la curva de Phillips aceleracionista es bastante horizontal desde mediados de los ochenta. Estos resultados corroboran la evidencia de que la maldición aceleracionista pareciera haber finalizado.  

Gráfico 1. Curva de Phillips aceleracionista para EEUU

Gráfico 2. Curva de Phillips Aceleracionista (2000-2019)

Los procedimientos típicos de la corriente principal que se encuentran en la literatura para mantener “viva” a la curva aceleracionista incluyen (i) mitigar los shocks de demanda mediante una tasa natural de desempleo (o la NAIRU) que cambia en el tiempo y/o cambiando el indicador de desempleo (por ejemplo, hacia una tasa de desempleo de corto plazo, puesto que los impactos de los shocks de demanda en el cambio de la inflación son menores, si son medidos a corto plazo en vez de en una tasa de desempleo abierta) (ii) introducir shocks de oferta, como el crecimiento tendencial de la productividad laboral (con el supuesto implícito de que el impacto se restringe al corto o mediano plazo).  

Blanchard et al. (2105) y Blanchard (2016) probaron la hipótesis de las expectativas ancladas al estimar la magnitud del parámetro asociado a la inflación promedio rezagada, dinámicamente usando el procedimiento del filtro de Kalman. Argumentan que el coeficiente se acerca a cero durante los años 2000 porque las expectativas se anclan a las metas de inflación creíbles de los bancos centrales, en vez de estar vinculadas a la inflación pasada. Este coeficiente es explícitamente estimado por Blanchard et al. (2015); para una gran cantidad de países los coeficientes estimados son menores que uno para el período 2000-2014, lo que está en línea con la antigua curva de Phillips. Sin embargo, como el ejercicio empírico no usa datos de expectativas, está basado básicamente en la detección de un ponderador pequeño en la inflación pasada que se traslada a la inflación corriente, lo que también puede ser interpretado, desde el punto de vista de la alternativa aumentada por conflicto, como consecuencia de que los trabajadores tienen un reducido poder de negociación para incorporar por completo su inflación esperada en los salarios.

La estrategia de estimar el coeficiente relacionado a la inflación pasada, en vez de imponerlo como igual a uno, fue popularizada en estudios empíricos de la curva de Phillips en la década del ‘60 y comienzos de la del ‘70, donde normalmente se hallaban coeficientes menores a uno. Este tipo de procedimientos dejó de utilizarse al comienzo de los setenta cuando pasa a imponerse un valor del coeficiente igual a uno en la ecuación aceleracionista de Phillips, estimada en forma reducida.

Sin embargo, varios trabajos empíricos, más identificados con la curva de Phillips de la alternativa aumentada por conflicto, explícitamente estiman este coeficiente relacionado con la inflación pasada de la economía de los EE.UU. y de los países de la OCDE (véase Summa and Braga 2020 para un resumen de la literatura). De acuerdo con este enfoque, no hay razón para imponer que este coeficiente sea igual a uno. Se encuentra algo interesante cuando las variables que captan el poder de negociación de los trabajadores son también incluidas como variables explicativas –por ejemplo, la variable del grado de militancia autónoma o un índice de poder de negociación. El resultado es que los coeficientes estimados se reducen y terminan siendo menores que uno. Adoptar una perspectiva de la Curva de Phillips del tipo aumentada por conflicto, puede ayudar a explicar por qué la inflación presentó un comportamiento aceleracionista en la década de los sesenta y setenta, pero se volvió plana desde mediados de la década del ochenta y más similar a la antigua curva de Phillips. Fue el cambio en el poder de negociación relativo de los trabajadores debido a cambios estructurales a nivel institucional y político.  

La interpretación de la explosión del salario y el aumento de la inflación debido a un aumento del poder de negociación relativo de los trabajadores y otras presiones de costos en economías avanzadas al final de la Era Dorada del capitalismo era compartida por autores heterodoxos como Pierangelo Garegnani y Nicholas Kaldor. El cambio en la posición de negociación de los trabajadores en las economías avanzadas ocurrió en la década del ochenta. Esta década inaugura un período de cambios institucionales en el mercado laboral que llevaron a: 1) la reducción en la sindicalización de los trabajadores; 2) la caída en el valor en términos reales del salario mínimo; 4) el aumento de la inmigración; 5) el rápido crecimiento de trabajos no tradicionales, muchos de ellos a tiempo parcial o temporales, en parte asociado con la creciente participación del sector servicios a expensas del industrial; 6) el aumento de las formas flexibles de remuneración, en vez de un salario formal; y 7) un proceso de creciente falta de estabilidad en el trabajo. Adicionalmente, ha habido un proceso de desregulación industrial (downsizing) y transferencia de unidades de producción intensivas en trabajo hacia países en desarrollo utilizando trabajadores menos calificados (“deslocalización” y “relocalización”) especialmente en China. Estos cambios han disminuido el poder de negociación de los trabajadores y su habilidad para obtener importantes aumentos salariales, contribuyendo de esta forma a disminuir la inflación tendencial.

Es interesante notar que esta relación entre el poder de negociación de los trabajadores, las instituciones, y la inflación de salarios y precios es también reconocida por hacedores de política y macroeconomistas orientados a la política económica de la corriente principal. En los EE.UU., muchos de ellos solían creer que la inflación en los setenta se debía a conflictos distributivos y factores de costos, como el shock petrolero, y a comienzos de los ochenta, Paul Volcker y Alan Greenspan estaban de acuerdo en que vencer al poder de negociación de los sindicatos era muy importante para controlar la inflación tendencial. El menor poder de negociación de los trabajadores fue reconocido por Janet Yellen y Alan Greenspan como esencial para prevenir la inflación (de precios y salarios) con tasas de desempleo bajas en los noventa, este último habiendo clasificado a los trabajadores como traumatizados. En un discurso reciente el presidente de la FED, Jerome Powell (2020) manifestó argumentos similares al plantear algunas dudas respecto de la tasa natural de desempleo y el carácter aceleracionista de la curva de Phillips en los EE.UU. al mostrar que un mercado de trabajo solido está mucho menos relacionado con presiones salariales inflacionarias que en el pasado. Las afirmaciones recientes de una “respuesta muda de la inflación a un mercado de trabajo ajustado” (Powell, 2020: p.7) fue interpretada como el resultado del hecho de que “los trabajadores tienen un reducido poder de negociación” (Posen, 2020: p.1).

Muy recientemente, la idea de relacionar el poder de negociación de los trabajadores con una menor inflación aparecía en los trabajos académicos de la corriente principal, como asociados con: (i) la rigidez de los costos marginales (Lombardi et al. (2020)), (ii) la magnitud del mark-up y de la pendiente de la curva de Phillips (Ratner y Sim (2020)); (iii) cambios en la NAIRU (Stansbury y Summers (2020)). Esto es claramente diferente a nuestra interpretación – donde el poder de negociación influye en la capacidad de los trabajadores de negociar su salario nominal, y con un poder de negociación tan reducido, los trabajadores no pueden ni siquiera mantener su salario real. Por lo tanto, el poder de negociación no es neutral para la distribución funcional del ingreso. Hallazgos empíricos recientes apuntan en esta dirección, por ejemplo, Stansbury y Summers (2020) y Stirati y Meloni (2021) proveen una interpretación en línea con la visión de la curva de Phillips de la alternativa aumentada por conflicto.

Recientemente Blanchard afirmó que los bancos centrales deben mantener el supuesto de la tasa natural como escenario base, pero deben mantener una mentalidad abierta y considerar hasta cierto punto otras alternativas (Blanchard, 2018a, p. 100). Sin embargo, también sabemos que Blanchard (2018b) considera alternativas válidas sólo a aquellas dentro de un conjunto de modelos neoclásicos. Deseamos que el reciente discurso del presidente de la FED Powell (2020) donde pone de manifiesto su voluntad de analizar el trade-off desempleo-inflación, sea en la práctica un reconocimiento, de que no hubo en las últimas décadas evidencias claras ni de escasez laboral (inclusive a tasas de desempleo bajas en los EE.UU.), ni tampoco de una tendencia aceleracionista en la inflación, y esto ponga algo de presión en los investigadores para dejar de lado a la NAIRU como única opción, y abrir más el juego a las interpretaciones heterodoxas de la curva de Phillips basadas en inflación de costos y conflicto redistributivo. En este sentido, estamos agradecidos y creemos que la iniciativa del BCRA de abrir este espacio para este tipo de discusión es claramente destacable.

Julia Braga

Universidade Federal Fluminense, Niterói (UFF)

Ricardo Summa

Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ)


Referencias

BLANCHARD, O. (2016) “The United States Economy: Where to from Here? The Phillips Curve: Back to the ’60s?,” The American Economic Review, 106 (5), pp. 31-34.

BLANCHARD, O. (2018a) “Should we reject the natural rate hypothesis?,” Journal of Economic Perspectives, 32 (1), pp. 97-120.

BLANCHARD, O. (2018b) “On the future of macroeconomic models,” Oxford Review of Economic Policy, 34(1-2), pp. 43-54.

BLANCHARD, O.., CERUTTI, E. ; SUMMERS, L. (2015) “Inflation and activity: Two explorations and their monetary policy implications,” National Bureau of Economic Research, Working Papers n. w21726, pp. 1-24.

FRIEDMAN (1968) “The role of monetary policy,” The American Economic Review, 58 (1), pp. 1-17.

LOMBARDI, M. et al. Bargaining power and the Phillips curve: a micro-macro analysis. Bank of Italy, Economic Research and International Relations Area, 2020.

POSEN, A. (2020) ‘What FED Chair Jerome Powell did and did not say,” Realtime Economic Issues Watch, August 27, Washington: Peterson Institute for International Economics.

POWELL, J. (2020) “New Economic Challenges and the Fed’s Monetary Policy Review”, Proceedings – Economic Policy Symposium – Jackson Hole, Federal Reserve Bank of Kansas City

RATNER, David; SIM, Jae. Who Killed The Phillips Curve? A Murder Mystery. 2020.

SERRANO, F. (2019) “Mind the gaps: the conflict augmented Phillips Curve and the Sraffian supermultiplier,” IE-UFRJ Working Paper, 11.

STANSBURY, ANNA, AND LAWRENCE H. SUMMERS. (2020) “The declining worker power hypothesis: An explanation for the recent evolution of the American economy.” NBER Working paper 27193.

STIRATI, Antonella; MELONI, Walter Paternesi. Unemployment and the wage share: a long-run exploration for major mature economies. Structural Change and Economic Dynamics, 2021.

SUMMA, R.; BRAGA, J. (2020) Two routes back to the old Phillips curve: the amended mainstream model and the conflict-augmented alternative. Bulletin of Political Economy, 14(1). P. 81-115.